La inflamación es la base de muchas enfermedades crónicas que pueden ser graves.
Un importante desencadenante de inflamación crónica es la alimentación poco saludable, con la abundancia de alimentos que nuestro cuerpo no evolucionó para consumir y que en consecuencia activan la respuesta inflamatoria como, por ejemplo, los alimentos ultra procesados.
Pero existen alimentos que no solamente no promueven la inflamación, sino que además la inhiben o reducen y algunos son alimentos que podemos conseguir fácilmente e integrarnos en cualquier dieta: por ejemplo, la remolacha, el ananá, el jengibre, la cúrcuma, siempre acompañado de actividad física.
Cambiando la alimentación y mejorando la actividad física podemos reducir la inflamación y mejorar notablemente nuestra calidad de vida.
“La comida inflamatoria es la súper procesada, industrializada, por eso, al momento de elegir un producto lo que tenemos que hacer para evitar la inflamación en el cuerpo es consumir alimentos de noble origen”, comenzó explicando la terapeuta ayurvédica Guillermina Minicucci.
“Al momento de comprar arvejas o lentejas elijamos una dietética y no las que vienen enlatadas en las góndolas de los supermercados”, agregó.
Los productos inflamatorios tienen conservantes, aditivos, saborizantes, mejorantes y colorantes y eso hace que, obviamente, el cuerpo lo metabolice, pero a un costo muy alto que da como resultado la inflamación. Como consecuencia, empezamos a retener líquido, a tener la presión alta por la cantidad de sodio que traen.
“Cuando retenemos líquido, empezamos a tener problemas articulares, se nos hincha el abdomen, nos constipamos y buena parte de nuestro organismo no funciona bien”, alertó la terapeuta.
Para evitar la comida inflamatoria es clave cocinar, comprando en la verdulería, en la carnicería, en la dietética y abandonando algunos hábitos nocivos, como el consumo de alcohol, que también es inflamatorio, al igual que el azúcar y la harina.
“La harina es un producto inflamatorio que hace retener líquido, además produce altos niveles de azúcar y no es bueno para la sangre, porque a la larga trae enfermedades. Hay que tratar de volver a lo básico, comer lo simple, dejando de ir a la panadería. Tenemos que alejarnos de esos productos que, obviamente, inflaman”, subrayó.
En este sentido, Guillermina Minicucci hizo hincapié en la urgencia de dejar de naturalizar el malestar, el dolor de cabeza, desgano, cuestiones que muchas veces tienen que ver con los productos que elegimos para comer y no nos hacen bien.
“Consumir productos inflamatorios hace que no podamos dormir bien, que podamos hacer un cuadro de diabetes o hipertensión”.
Si limpiamos la alimentación, podremos dormir mejor, desaparecerán las migrañas y malestares que creemos normales.