Estas semanas de aislamiento social están exacerbando las emociones y quienes viven en pareja están sintiendo los cimbronazos.
La convivencia pasó a ser jornada completa: 24 por 7, y esto está generando situaciones impensadas para muchos, donde surgen tensiones y discusiones por cuestiones domésticas, pero también afloran emociones muy profundas que obligan a muchos a pensar qué tanto conocen a la persona que eligieron como par.
Para comenzar a desarrollar el tema, es menester diferenciar a las parejas con hijos de las que no los tienen. La propuesta surge en el inicio de la charla de pypnews con la licenciada y doctora en Psicología (M. P. 568) Ingrid Williams, quien considera fundamental esta distinción “porque con los niños se camufla la situación, porque en parte se distribuye el estrés entre todos los habitantes de la casa, entonces se mimetizan con las tareas hogareñas y los conflictos no se ven tan claramente como en las parejas que están solas y que discuten por cuestiones por las que ya se veían peleando antes”, precisó la terapeuta que sostiene la terapia de pareja por medio de las consultas online.
“Tengo parejas que tiene controversias por nimiedades que antes no se daban porque tenían menos tiempo para verse y conversar; se pelean por la organización del hogar, por cómo cocina el otro, por el tipo de limpieza que emplea uno y el otro, no acuerden acerca qué hace uno y qué no hace el otro y entonces se echan en cara que uno ordenó el ropero y el otro no”, detalló.
En consonancia con ello, deslizó que hay menos relaciones sexuales entre las parejas, como consecuencia del estrés que les provoca estar tanto tiempo juntos, “se busca menos el contacto, no hay tiempo para extrañar al otro”.
Williams confirmó que las parejas que estaban mal antes de la cuarentena, “ahora están peor”.
Además, este contexto de encierro habilita a retrotraer al pasado y resurgen pensamientos de aspectos que no fueron cerrados, ya sea con la familia de origen o con otros vínculos, “entonces muchos empiezan a tomar actitudes que se creían olvidadas y lo que está sin resolver aflora y repercute también en la pareja”, alertó.
Comienzan a mezclarse los problemas de pareja con los que cada uno no tiene resueltos a nivel personal y eso provoca que confluyan las incertidumbres del pasado con los conflictos de la pareja, todos juntos y en la misma casa.
“Las parejas que estaban mal y no aprovechan este momento particular para tratar de tener charlas más profundas, haciendo como si nada ocurriera y esperan que se levante la cuarentena para volver a lo que ellos consideran la vida normal, tiene más probabilidades de terminar separados; muchos tratan de justificar con los hijos y las tareas del hogar el malestar de la pareja y no se permiten reflexionar sobre cómo están y animarse a proyectar cosas nuevas”, sentenció la terapeuta.
Por otro lado, hay parejas que están iniciando el vínculo y les toca atravesar por esta experiencia de encierro y aislamiento, y
el hecho de hablar, conocerse, pensar a futuro está favoreciendo la introspección. “Las parejas que están teniendo charlas más profundas es impresionante como están mejorando. Hacen un inside juntos, encuentran un buen momento porque no pueden tener contacto con el afuera y eso evita que haya comentarios o intervenciones de terceros, y la pareja tiene más tiempo para conocerse, para intimar más profundamente sobre qué quieren y quiénes son”, valoró Ingrid Williams.
Las parejas que van para adelante son las que están dialogando, profundizando la convivencia y la pareja y proyectando a futuro. Se concentran en ellas mismas sin la interrupción del mundo exterior.
En terapia
Algunas de las sugerencias que efectúa Williams en las terapias de pareja apuntan a lograr soluciones prácticas. Por ejemplo: cuando uno se pone a cocinar el otro no se mete y se dedica a hacer otra actividad; hay parejas que entrenan juntos y otras que no, para distanciar el tiempo uno hace gimnasia primero y el otro después. Otra propuesta para mejorar la convivencia es que uno se acuesta a dormir la siesta y el otro espera a que se levante para ir a hacer lo propio, “así logramos distanciar el contacto estrecho y aprendemos a respetar los espacios de cada uno”.
Como estamos todos hiper conectados, la idea es que cuando la pareja comparte un momento no estén con el celular, que es un punto de conflicto habitual. Inclusive hay quienes están teniendo charlas con otras parejas mediante aplicaciones y hacen peñas virtuales de parejas.
“Otra cosa sobre los que los pongo a trabajar en este momento es que se conozcan más en profundidad, para eso les voy dando preguntas por tandas que se tienen que hacer mutuamente y uno tiene que responder al puesto del otro, se llama cuestionario mapa del amor; a través de estas preguntas dimensionan cuánto conocen uno del otro”, relató.
¿Cuál es uno de mis mayores miedos? ¿Qué sueño aún no he podido realizar?, son algunas de las preguntas que se plantean y así ven cuánto se conocen. Las respuestas hay que darlas frente al otro, así tienen la posibilidad de corregirse. “Termina siendo un juego, donde cada uno aporta aspectos que ayudan a conocerlo más; es muy interesante todo lo que surge porque uno cree conocer al otro, pero no siempre es así”.
Otra actividad que Williams propone es fabricar la caja de los recuerdos. La propuesta e buscar una caja grande, que la adornen como más les gusta y allí comenzarán a poner toda la historia de la pareja: el contrato de la casa que compraron, la ecografía de algún hijo, un regalo que se hicieron, fotos, todo lo que sea significativo para ellos; tiene que ser construida por los dos y no se puede poner ni sacar nada sin que el otro lo sepa. “Armarla da un sentido de trascendencia a la pareja, y cuando tengan alguna dificultad o uno de los dos no sepa por qué esta con el otro recurrirá a la caja para aferrarse a todo lo construido”.
Otro ejercicio que la psicóloga también propone a sus consultantes es armar el árbol genealógico de cada uno de ellos. Desde los abuelos hasta la actualidad, para preguntarse uno al otro y conocer más sobre la historia que cada uno acarrea. Hay muchas preguntas para hacer sobre las familias de origen de cada uno, y eso ayuda a tener información más profunda del otro.
“Estos ejercicios permiten hacer cosas que activan a la pareja, para movilizarlos sobre ellos mismos y eso los acerca más, les permite profundizar el vínculo y madurar como pareja”, concluyó la entrevistada.