La serenidad es un estado de calma y paz interior. Es el arte de conservar la calma en situaciones que nos disgustan o agobian. Significa no sucumbir al estrés, nerviosismo o ansiedad. Una persona serena busca alternativas de reacción y comportamiento para mantener la calma, pensar con claridad y reaccionar adecuadamente. Asimismo, sabe lidiar con la incertidumbre y aceptar que no puede controlarlo todo.

La buena noticia es que la serenidad se puede entrenar. Es cuestión de aumentar tu autoconocimiento y autocontrol. Eso lo conseguís adquiriendo ciertos hábitos mentales y conductuales.

 

Beneficios de la serenidad

Cuando sentimos esa paz interior, nos encontramos en un estado de relajación. Es en este estado cuando nuestro organismo activa procesos favorables para nuestra salud. Se reducen los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Con ello, se equilibra la tensión arterial, lo que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares. También mejora tu digestión. Cuando estás en calma se activa el sistema nervioso parasimpático que controla la digestión. Así, los nutrientes que ingieres se transforman en energí­a de forma más eficaz.

La serenidad también contribuye a reducir la inflamación y el dolor. Aumenta nuestra inmunidad. Asimismo, mejora nuestra calidad de sueño.

Por último, y no menos importante, sentimos más control sobre nuestra vida. Con la cabeza fría nos sentimos más capaces, vemos más alternativas y podemos reaccionar más adecuadamente a las situaciones.

En definitiva, la serenidad contribuye a nuestro bienestar físico, mental y emocional.

 

Cómo entrenar la serenidad

Vivimos en un mundo acelerado y demandante. Nos llegan muchos estímulos y presiones. Tenemos muchas obligaciones. Por eso, conservar la calma puede resultar difícil a veces. Pero también es cierto que precisamente por eso nos conviene entrenar la serenidad.

 

Mejorá tu autoconocimiento

En primer lugar, necesitás conocerte a ti mismo. Para ello, prestá atención a cómo percibís el mundo y las situaciones. ¿Cómo reaccionás cuando algo te molesta; cuándo algo no encaja con lo que consideras correcto; o cuándo las cosas se ponen difíciles? ¿Qué desencadena el estrés y nerviosismo en vos?

 

Entrená tu inteligencia emocional

Entrenar nuestra inteligencia emocional es de lo más útil para todos los ámbitos de nuestra vida. Por un lado, significa reconocer las diferentes emociones en nosotros y los demás. Por otro lado, se trata de aprender a regular nuestras emociones.

No se trata de suprimir la rabia que por ejemplo puedas experimentar ante algo que te molesta mucho. Las emociones son buenos indicadores sobre si algo va bien o mal. Pero se trata de reconocer lo que sentimos y controlar cómo mostramos esa emoción; a fin de no reaccionar de un modo que nos pueda dar vergüenza o del que nos podamos arrepentir después.

También quiere decir darte cuenta si tu reacción de cabreo o estrés realmente se debe a la situación en cuestión. Si estuvieras por ejemplo de vacaciones sintiéndote relajado, ¿te molestaría igual? ¿Qué te preocupa de esta situación? ¿Tienes miedo a algo?

 

Comprensión, compasión y empatía

Además de pensar en tus motivos reales, también ayuda a ponerte en el lugar de la otra persona. Cuando te molesta cierto comportamiento preguntate por qué esa persona podría haber actuado así ¿Qué la obliga a comportarse de este modo? ¿Qué le puede haber sucedido en el pasado para considerar ese comportamiento adecuado o efectivo? ¿Tiene miedo a algo? ¿Cómo te comportarías en su situación?

Cuando desarrollamos más empatía y comprensión por los demás, también nos solemos volver más comprensivos y compasivos con nosotros mismos.

Si a pesar de todo, te cuesta comprender el comportamiento de la otra persona, preguntate si vale la pena la energía que estás gastando con tu enojo.

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