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Es cada vez más usual navegar por Internet y encontrarnos en sitios web o en redes sociales fotografías, videos, anuncios publicitarios o reels en los que aparecen niñas maquilladas, peinadas, vestidas y adoptando posturas sexys, naturalizando el erotismo de la vida adulta.

La hipersexualización en la infancia hace referencia a las niñas que toman actitudes que no corresponden a su edad, porque sobresaltan la sexualidad, y no sólo verbalizan y toman estas actitudes, sino que son reforzadas, avaladas y, por momentos, hasta alentadas por los adultos que son responsables de la crianza.

Y este último aspecto es el que complejiza la situación, porque si bien las niñas pueden llevar a cabo conductas, tener manifestaciones, bailes o estilos de ropa, el criterio lo pone el adulto, que habilita y refuerza.

“Todos podemos ser testigos de instancias que nos pueden causar gracias y hasta podemos celebrarlas, pero de ahí a seguir estimulando en el tiempo es incorrecto; los adultos tienen que poner el límite, y no sólo los adultos que tiene a su cargo el cuidado de los menores, sino también todos aquellos que son espectadores”, sentenció la licenciada en psicología Anabella Martínez (@anabella_martinez_psicologa) en diálogo con PyP News.

En función de un momento compartido, de jugar a ser adulta o parecida a mamá o a una hermana mayor está bien, el problema es cuando se pierde el límite y deja de ser una parodia para pasar a ser un aspecto de vida.

“No hay adultos con ganas de sobreestimular o generar conflictos a futuro, sino que se dejan llevar, porque se lo muestra y se lo vende como si fuera algo lúdico e ignoran todo lo que esto puede provocar”, alertó la profesional.

 

La erotización de la infancia no está siendo visibilizada como un tema problemático y, por ende, se naturalizan acciones que ponen a la mujer como objeto de deseo sexual, que se consume de manera explícita, desde lo gráfico y visual.

“No solamente reduce la visión física al éxito o a lo que es aceptado o tiene que ser difundido, sino que también aminora las posibilidades de aceptación, porque en algún momento ese cuerpo no se parece a lo que me dijeron que tenía que ser o lo que vi o pensé que tenía que ser, y eso genera lesiones en la autoestima, en la seguridad, en no sentirme capaz porque reducen todo al aspecto físico”, evaluó Anabella Martínez.

 

Reducir todo al aspecto físico proporciona como información que todo lo otro que puedo llegar a tener no hay que fomentarlo; que los procesos cognitivos, el intelecto, la simpatía no son tan importantes como esto que me mostraron y aprendí y reduce muchas posibilidades; y al mismo tiempo nos enfrenta a muchas inseguridades, porque nunca vamos a ser como la imagen que nos venden, siempre va a ver algo para mejorar, para comparar, siempre va a haber alguien mejor que una.

“Es un mensaje directo y concreto el que recibe la niña y tiene múltiples consecuencias, no solamente en lo psicológico y emocional, también en lo físico, porque al ver una comparación de lo que no somos o no podemos llegar a ser se pueden disparar trastornos que tienen que ver con la imagen corporal; además, están expuestas a la crítica, y no están preparadas y son permeables a múltiples peligros, porque siempre hay alguien que puede querer beneficiarse de esa exposición”, agregó la entrevistada.

Por eso, dialogar estos temas posibilitan a los adultos posicionarse en la crítica, en el debate, no es solamente una canción, la ropa o el maquillaje, es el exceso y la urgencia de dimensionar los riesgos y las consecuencias a largo plazo.

“Un niño precoz proyecta a un adulto con aspectos que no fueron desarrollados en su totalidad, como la autoestima, la seguridad, el amor propio, las prácticas de autoconocimiento y autocuidado y cuando tenga que echar mano a esas cualidades no las van a tener, porque no las pudo construir; y esto nos pone ante un adulto con frustraciones, que niega, que se siente desprotegido, vulnerable, incapaz. Un adulto que no transitó cada etapa hay aspectos que no pudo construir, porque cada período tiene características de formación y al tener que adecuarse quedan inconclusos muchos aspectos que luego le impiden encontrar herramientas para situaciones que debe afrontar como adulto”, enfatizó Martínez.

 

Bienestar psicológico en la niñez

Queda claro que sobreestimular períodos de desarrollo genera problemas a futuro que dañan el bienestar psicológico y emocional de los niños.

“He tenido consultas de varios padres que me cuentan que sus hijos tienen un desarrollo físico acelerado y no saben por qué, y eso tiene que ver con la sobreexposición, con ver otros tipos de cuerpos, de apariencias, de movimientos, y eso acelera los tiempos de desarrollo físico y cognitivo en un momento de la vida en la que no están preparados para eso, y ahí comienzan los desequilibrios porque se despiertan emociones que no se saben manejar”, graficó la especialista en salud mental.

 

 

Se naturalizan conductas y respuestas que los posicionan en un lugar pasivo donde consideran que lo que el otro les hace corresponde, porque es lo que escucharon en canciones y vieron en miles de videos, y todo eso fue habilitado por adultos, lo que refuerza la idea de que es correcto.

 

 

¿Cómo detectamos la erotización en los niños?

“Cuando advertimos un desarrollo físico, corporal, genital, movimientos sexuales, nos perdimos muchas alertas”, subrayó la psicóloga.

Antes de todos ellos, hay señales a las que debemos prestar atención: el léxico, el movimiento, lo que el niño o la niña espera que haga otro compañero, que baile de cierta manera o sostenga determinadas conductas.

“Otro aspecto muy naturalizado que debemos evaluar es el tema de los novios o novias, que es una pregunta frecuente a niños o niñas que están atravesando una etapa en la que no se vinculan desde ese lugar. Ante esto es buena y necesaria una explicación que no los sobresalte, sino que podamos escucharlos y ver si todas sus charlas giran en torno a las relaciones, lo discursivo es una alerta concreta”, sugirió.

Hay que generar juegos libres para que los niños convoquen a los adultos y ver qué proponen y estar atentos, sin censurar, para poder intervenir con un ida y vuelta y evaluar hasta qué punto hay una hipersexualización.

La idea es estar atentos y no llegar al extremo, y si no sabemos qué hacer, pedir ayuda profesional.

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