La impulsora de este método fue la pediatra húngara Emmi Pikler. Ella trabajó en un Instituto donde acompañó y observó a vari@s niñ@s privad@s del acompañamiento familiar.
Su investigación estaba basada en la interferencia adulta en el desarrollo motriz de l@s peques.
- NO es necesario apresurar la aparición de pautas del movimiento. Es decir, forzar a que se sienten, a ponerles de pie, a que caminen, etc.
- Lo mejor que podemos brindarles es un AMBIENTE PREPARADO y ADAPTADO a sus necesidades. Un espacio seguro que les permita moverse con libertad, investigar y experimentar.
- Que un/a bebé se siente, manipule objetos o camine antes NO se condice con mejor o peor capacidad motriz o intelectual. Hay pautas que observamos l@s pediatras para saber si en algún momento se necesita otra evaluación o consulta.
- Ropa cómoda y piecitos descalzos.
- Si usamos JUGUETES que sean de materiales nobles y no estén cargados de estímulos innecesarios (luces, sonidos).
- No interferir no significa dejarles sol@s. L@s adult@s estamos para cuidar el ambiente y los riesgos y brindarles apego seguro.
- Anticiparles cada movimiento que haremos sobre su cuerpo (voy a cambiarte, vamos a bañarnos, voy a vestirte).
Los efectos de esta forma de acompañar no sólo son favorables para el desarrollo de su motricidad, sino también en su confianza, en sentirse competentes (conciencia corporal) y cuidad@s.
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