El mejor cuidado de un rosal para el invierno empieza mucho antes del invierno. No hay que ignorar la aparición de hongos e insectos que irán debilitando al rosal y haciendo imposible que sobreviva a éste.
Para plantar un rosal se debe cavar profundo y aplicar abundante materia orgánica a la tierra. Si hacen un agujero de alrededor de 60 centímetros de profundidad y de anchura, sus rosas dispondrán de suficiente espacio para crecer. Si vas a plantar rosas a raíz desnuda, intenten formar un cono de tierra en el fondo del agujero para que las raíces puedan extenderse hacia la profundidad.
No coloquen las plantas demasiado juntas, demasiado cerca de un muro o debajo de un árbol, porque las rosas necesitan mucho espacio, aire y sol. Y tengan en cuenta que el sol de la mañana es mejor que el de la tarde, dado que seca rápidamente cualquier humedad y quema menos por su menor intensidad.
Los rosales jóvenes no tienen raíces tan profundas, por lo que necesitan un riego regular pero no excesivo.
Rieguen directamente en su base para mojar su follaje y así evitar la aparición de plagas.
Rieguen lenta y cuidadosamente; es mejor regar dos veces a la semana de un modo concienzudo que regar cuatro veces a la semana de forma más superficial.
No rieguen al anochecer, ya que podría formarse moho.
No rieguen cuando haga mucho calor y sol, puesto que el agua se secará antes de que la planta pueda absorberla.
Rieguen temprano antes del mayor punto del sol y tarde cuando ya se esté metiendo, nunca a mediodía.
Eliminar las flores marchitas ayudará a mantener en buen estado las rosas: principalmente eliminarlas ayuda a estimular la aparición de buenos brotes, permite que llegue más aire y luz solar al centro de la planta, lo que previene enfermedades; y, por otro lado, un rosal limpio lucirá más bello.