Tramitar mal nuestros enojos provoca serias consecuencias en el estado normal de nuestro organismo, dañando los órganos y fomentando la aparición de dolencias y consecuencias nocivas para nuestra salud física y emocional.
Aquí tienen un detalle de los daños que provocan nuestros enojos a los órganos del cuerpo:
Cerebro izquierdo: mal autocontrol, malas decisiones, déficit cognitivo y de concentración.
Cerebro derecho: reacciones agresivas, mala memoria, insomnio, ansiedad, irritabilidad y depresión.
Tiroides: hipotiroidismo, agotamiento, caída de cabello, piel seca, sobrepeso.
Páncreas: incremento de la insulina, diabetes, deseo de comer harina y dulces.
Corazón: taquicardia, palpitaciones, hipertensión arterial, riesgo de infarto cardíaco o cerebral.
Arterias: arteriosclerosis por inflamación que oxida el colesterol unido al calcio en placas obstruidas.
Sangre: defensas bajas, virus, hongos.
Piel: alergias, sudoración con mal olor corporal, manos y pies fríos.
Digestivo: intolerancias digestivas, gastritis, reflujo, aumento de bacterias malas, pobre asimilación de nutrientes.
Huesos: descalcificación progresiva de los huesos hasta la osteoporosis.
Grasa corporal: incremento de depósitos de grasa en la mitad del cuerpo. Síndrome metabólico.
Vejiga: frecuentes deseos de orinar.
Músculos: sangre estancada que da dolor crónico, fatiga, calambres y temblores musculares.
Pulmones: respiración superficial y agitada, mareo y confusión por hiperventilación.
Oídos y ojos: mayor sensibilidad a los sonidos y a la luz.
Glándulas suprarrenales: fatiga en general.
Hígado: sobrecarga hepática, mala desintoxicación, deseos de ingerir ácidos.
Ovarios: acumulación de estrógenos, mayor riesgo de cáncer, quistes mamarios, miomas uterinos.