La Pubertad Precoz es la aparición de los caracteres sexuales secundarios antes de los 8 años para las niñas y de los 9 años para los niños. El primer cambio físico de la pubertad en las niñas es la aparición del crecimiento mamario o botón mamario o la menstruación, mientras que en los varones es el crecimiento de los testículos y el pene y en algunos casos estos cambios también pueden acompañarse de vello pubiano, acné y olor sudoral.
Esta condición requiere, por un lado, de un abordaje médico endocrinólogo que contribuirá a regular estos cambios hormonales, pero además es fundamental que esos niños, niñas y sus familias sean sostenidos psicológicamente para enfrentar un escenario impensado y complejo donde la salud mental y emocional de todo el grupo familiar es clave.
“Si bien la forma de detección de la pubertad precoz está más ligadas a funciones físicas vinculadas a un desarrollo corporal evidente, la falta de conocimiento o de tiempo para mirar esas alteraciones antes las cuales no estamos preparados también van acompañadas de cuestiones emocionales”, comenzó explicando a PyP News la licenciada en psicología Anabella Martínez (@psicologa_anabella_martinez).
“Debe haber un especialista en salud mental que pueda acompañar estás cuestiones sin perder de vista a los padres, que también necesitan un apoyo psicológico y social que los acompañe en el proceso, pensando en lo que les pasa como referentes y lo que les sucede a los niños”, destacó.
En consonancia con ello, la profesional hizo hincapié en los mitos que rodean a la Pubertad Precoz que, desde el desconocimiento, puede ser vista como una condición que pueda tener un “efecto contagio” donde los niños o niñas puedan sobreestimular a sus pares.
Es una cuestión muy particular que tiene que ir acompañada de una explicación de los adultos para evitar la discriminación, porque al no saber cómo tratarlo o al evidenciar que hay algo diferente debe estar el relato de un adulto que pueda explicar que no es algo que esa persona decidió que le suceda.
“Hay que acompañar este proceso con un discurso adulto explicativo, si no sabemos cómo informarnos hay que preguntar, buscar información, acercarse a referentes de grupos de padres que están pasando por la misma situación y pueden orientar. Siempre hay que acompañar a los niños con un discurso contenedor porque ya tienen mucha lucha interna como para lidiar con la mirada crítica o excesiva de sus pares”, precisó Martínez.
Para los referentes adultos es difícil, porque los padres se encuentran teniendo que dar respuestas que suponían que iban a ser dadas en otro momento de la vida de esos hijos, pero se aceleraron los tiempos y se tienen que aggiornar a la situación. “Por eso, una recomendación clave es la asesoría para los padres referentes o acompañantes, porque necesitan información clara para generar recursos técnicos que den seguridad y no generen tanta ansiedad a sus hijos y así poder prepararlos para las situaciones que se les vayan presentando”, sugirió.
Así, lograrán darles recursos concretos para que no se les genere ansiedad, inseguridad e incertidumbre, que son características propias de la Pubertad Precoz, donde ni el cuerpo ni la cabeza están preparadas para estos cambios.
“Es un momento complejo para el niño o la niña, con mucha incertidumbre y cambios que no se pueden manejar. Por eso hay que trabajar la tolerancia a la frustración. El abordaje con el niño o niña y sus referentes adultos es fundamental y en las escuelas debería haber una formación específica”, alertó.
La importancia de los referentes institucionales no se puede perder de vista porque muchos de los síntomas se manifiestan en el ámbito escolar. Los niños o niñas con Pubertad Precoz se empiezan a desconcentrar, a tener problemas con las calificaciones, a llorar, a estar descontentos con ciertas actividades que puedan proponerles, tienen cambios en el estado de ánimo y del humor, angustia, aislamiento, síntomas que se pueden ir dando y hay que contener sin diagnosticar antes de tiempo.
“Desde el rol de adultos podemos hacer intervenciones precisas que rompan con rótulos estigmatizantes y que quizás otros niños no entienden, hay que reforzar la idea que es un par y buscar estrategias para contenerlo y que pueda realizar las actividades escolares con el resto del grupo”.
Un acompañamiento psicológico contribuye en el desarrollo del proceso, porque estamos frente a un tratamiento invasivo desde lo físico en una edad en la que se hace hincapié en preservar nuestra intimidad. La sugerencia es que tengan un profesional en salud mental que esté informado del proceso para poder contener desde lo discursivo y emocional.
“El abordaje terapéutico también es importante porque muchas veces tienen baja autoestima, porque sienten que tienen algo malo que no es aceptado por el resto, porque los ven diferentes; hay que hacer un acompañamiento terapéutico porque la autoestima no es sólo una cuestión física, sino que también es cognitiva y emocional”, enfatizó la licenciada en psicología.
Leé más Autoestima adolescente