Una harina no es más que un polvo que resulta de la molienda del trigo y otros cereales, pero también de semillas, legumbres, cereales o tubérculos.
La más común es la de trigo, pero contiene gluten y es una realidad que cada vez hay más personas con intolerancia o alergia a este tipo de proteína.
Afortunadamente existen otros tipos de harinas aptas para estos casos y con aportes nutricionales fabulosos que nos otorgan la posibilidad de conocer otros sabores, cocinar de manera diferente y adquirir nuevos hábitos saludables.
¡Manos a la masa!
El primer paso es elegir el ingrediente (puede ser una taza de avena, de amaranto inflado o crudo, linaza, quinoa cruda, garbanzos, almendras, avellana, nueces, o lo que quieran).
Luego se licua o procesa en seco hasta lograr la calidad y característica de harina.
¡Listo! Ya tienen la harina que necesitan para cocinar lo que quieran.
A sus harinas caseras la podrán emplear para hacer panes, tartas, pizzas, galletitas o lo que se les ocurra.
Tip. Si prepararon leche vegetal con almendras pueden aprovechar el bagazo, que es el resto que queda después de licuar las semillas y escurrirlo. Lo ponen en una bandeja en el horno durante dos horas a temperatura mínima; cuando esté bien seco lo sacan y lo trituran para lograr la harina casera.
El mismo procedimiento pueden hacer con el coco, si antes prepararon leche vegetal.