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Los pies son la base que sostienen la estructura humana. En el reino de los mamíferos, los seres humanos somos los que más demoramos en poder ponernos de pie. Tardamos, aproximadamente, un año para dar una caminata: primero estamos en flexión y de a poco se van formando la curva cervical y las lumbares; recién cuando el cuerpo está organizado podemos enviar carga a los pies y entre los seis y siete meses empezamos a intentar pararnos y sostenernos.

Cuando se termina de formar la curva lumbar comenzamos a tener equilibrio para mandarle carga a los pies. Está todo tan perfectamente organizado que el niño empieza a caminar rápido porque no tiene base de sustentación y pierde el equilibrio; mientras tanto, se va formando el arco del pie y recién ahí consigue el equilibrio necesario.

“Venimos de las cuatro patas, a las dos, equipándonos de curvas y recién al año de vida estamos en condiciones de caminar, cosa que al resto de los animales no les sucede, pero los seres humanos tenemos un cuerpo más complejo que necesita las órdenes del sistema nervioso central para estimular y así ubicarnos espacialmente, con la orientación necesaria para poder estar parados”, amplió Felisa Quijano, doctora en Kinesiología y Fisiatría, especializada en el Sistema Estomatognático (MP 148), (@felisa_quijano_).

En diálogo con PyP News la profesional hizo hincapié la importancia que revisten los pies al momento de evaluar la calidad de vida de una persona.

“Los pies tienen muchos receptores y están formados de los mismos músculos que tienen las manos, con flexores y extensores que abren y cierran los dedos; pero cuando empezamos a usar calzado y el pie pasa todo el día encorsetado los músculos se empiezan a atrofiar”, alertó Quijano.

“Se atrofian los músculos que abren los dedos, porque están todo el día juntos, amontonados, y hay un poderío de fuerza entre los músculos que cierran y los que abren que inician la deformación de las estructuras óseas del pie y así nacen las malformaciones, como los juanetes, los dedos en garras (cuando hay mucho arco interno y se hace la descarga sobre la cabeza de los metatarsianos y los dedos se arrollan), que traen problemas porque molestan para usar los zapatos y se hacen cayos en los dedos”, precisó.

El pie tiene tres puntos de apoyo: el talón, el dedo gordo y el dedo meñique; además, tiene arco interno, exterior y anterior.

Se dice que para una buena marcha el movimiento del pie debería ser apoyando el talón, el borde externo y la punta.

La marcha depende de toda una estructura, que a la vez está vinculada con las compensaciones que, idealmente, deben ir de abajo hacia arriba y viceversa.

“Se sabe también que la articulación témporomandibular (articulación que existe entre el hueso temporal y la mandíbula) es un compensador postural que si está alterada va a modificar la marcha, a través de las cadenas miofasciales (son vías de comunicación entre las distintas estructuras corporales que, dirigidas por el sistema nervioso, constituyen un sistema de tensiones recíprocas que determinan nuestros patrones posturales; cada gesto, emoción, pensamiento o nutrición determinará nuestra postura”, apuntó la doctora en Kinesiología y Fisiatría, especializada en el Sistema Estomatognático.

 

En este sentido, la entrevistada subrayó la importancia del apoyo del pie, “que no debe ser minimizado con una plantilla que se sugiere después de un estudio de la pisada, que si bien puede mostrar cómo se hacen las descargas en las fases de apoyo, no logra contarnos si la persona tiene un problema postural ascendente, descendente o mixto, porque para eso debemos ver otras cosas que muchas veces se pasan de alto haciendo solamente un estudio de la marcha”, consideró Quijano.

Sucede que la postura está regulada por tres entradas: los ojos, la oclusión y los pies. Son zonas con numerosos receptores que informan al sistema nervioso central cómo estamos equilibrados en las dos piernas y cómo estamos posicionados en el espacio.

“Hay que alinear la postura y ver si persona necesita plantilla. Si se la indicaron, pero no hiciste un estudio postural previo, quizás esa plantilla le provoca, en un corto plazo, otro problema, como dolor en la cadera o en la rodilla, y no los relacionan con la plantilla. Hay pies que sí necesitan plantilla, pero no todos, y se está estandarizando”, alertó.

 

Los pies de los niños

Hoy se estimula a los niños a caminar descalzos por distintas superficies para que los músculos, que son los encargados de traccionar la parte ósea, vayan formando los distintos arcos del pie.

“Hay problemas que pueden venir desde el útero, debido a que el bebé tiene posiciones fetales sostenidas, y es fundamental darles buenos estímulos para que mejore”, alentó Felisa Quijano.

“Si usamos el sentido común, no es coherente que un niño que aún no camina esté calzado, impidiendo que los huesos que están en plena formación puedan moverse libremente”, cuestionó.

“Si se respeta el proceso natural y el poderío de las partes blandas se evitan deformaciones de la parte ósea que traen problemas posicionales que después son estructurales”.

Al respecto, Quijano contó que tiene pacientes adolescentes con juanetes. “Más allá de que hay una predisposición hereditaria, si se hace un trabajo con los músculos desde la niñez, se evita la atrofia”.

Consultada acerca de las técnicas para prevenir estas situaciones, Felisa Quijano detalló acciones sencillas para hacer a diario: si no pueden cerrar los dedos hay que enseñarles a que los abran, o viceversa. Para ello, hay que estimular a los pies, abriendo los dedos con bandas elásticas enganchadas en el dedo gordo y en el meñique. “En menos de un mes logran abrir los dedos y cambian la forma del pie”, garantizó.

En una persona adulta, que superó los 40 años, es más difícil revertir la atrofia, pero pueden darle mayor movilidad articular al pie y trabajar todos los músculos de la base, las articulaciones del antepie y retropie, para darle plasticidad. “Dándole movilidad se logra sacar el dolor que comienza cuando hay rigidez en esas articulaciones”, confirmó la doctora en Kinesiología y Fisiatría.

 

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Consejo para revertir los pies cansados

Por la noche pueden hacerse baños de agua tibia, con medio vaso de vinagre de alcohol (que es vaso dilatador) y si no son alérgicos, una o dos aspirinas (que es antiinflamatoria). Luego masajean con crema el pie y cada uno de los dedos, estirándolos, enroscándolos y desenroscándolos para darles movilidad; después siguen moviendo el pie de manera circular, para un lado y para el otro, y eso hará que el pie tenga mayor movilidad y duela cada vez menos.

 

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