Se estima que para el año 2050 un tercio de la población argentina será mayor de 60 años. Esto sucederá también a escala mundial y desde hace tiempo se habla de la gerontoglobalización. Ante esto, lo más inmediato es preguntarse qué sucederá en un mundo envejecido.
La vejez es una etapa de la vida. Es muy importante poder diferenciar la vejez del envejecimiento: envejecemos desde el primer momento en el que llegamos a este mundo, cuando nacemos; en tanto que la vejez es considerada una etapa de la vida, que comienza alrededor de los 60 años, dependiendo de cada país.
La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores es el primer instrumento jurídico internacional vinculante en esta materia, donde se especifica que a este grupo poblacional debemos llamarlo personas mayores o personas adultas mayores y el inicio es a partir de los 60 años y no más allá de los 65 años.
Esta Convención es ley en nuestro país (la N° 27360) siendo una herramienta para poder exigir los derechos como ciudadanos y como personas mayores.
El mundo está envejeciendo a escala agigantada y cada vez es menor el porcentaje de personas asalariadas. El envejecimiento poblacional guarda relación con el aumento de la esperanza de vida y la disminución de los nacimientos.
En este contexto, a partir de enero de 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene la intención de catalogar a la vejez como una enfermedad. La propuesta está siendo duramente cuestionada en todo el mundo, por parte de asociaciones, geriatras, gerontólogos y expertos en vejez.
“Las políticas condicionan modos de estar y vivir en el mundo y esto crea problemáticas, y si no tomamos las riendas del asunto no sabemos qué puede llegar a pasar”, alertó a PyP News Carolina Iglesias, psicóloga y profesora de la UBA, diplomada en ESI, hace más 13 años trabaja con, por y para personas mayores desde @senes.personasmayores y actualmente cursa la Maestría en Derecho de la Vejez, en la UNC.
“Hay muchas organizaciones que nos hemos juntado para pedir explicaciones a la OMS acerca de la introducción del término vejez a un manual de diagnóstico estadístico sobre enfermedades y problemas de la salud”, confirmó.
“La OMS contestó que la vejez no será incluida como enfermedad sino como síntoma, pero si la palabra vejez existe en un manual que lleva por nombre enfermedades y problemas, es un problema”, alertó Iglesias, haciendo hincapié en la paradoja de que la misma OMS declaró a la década 20-30 como la Década del Envejecimiento Saludable.
¿Qué pasaría si efectivamente en enero del 2022 este manual sale a la luz y se empieza a crear el imaginario de que cuando uno llega a viejo es enfermo?
“Intencionalidades hay muchas, por eso hay que tener en claro, por ejemplo, quién subvenciona a la OMS, y ahí advertimos que no sólo está detrás el FMI, sino también muchas compañías privadas, entre ellas, las compañías farmacológicas; porque todos sabemos que cuando uno se enferma va al médico y consume medicamentos”, clarificó la entrevistada.
¿Qué sucede cuando una organización le da esta categoría a un modo de estar en la vida? Es importante tenerlo en cuenta, porque uno mismo puede considerarse enfermo si no tiene la capacidad o si no se ha educado para poner en cuestión algo que dice una organización mundial.
“Existen culturas indígenas contemporáneas que nos sabemos cómo viven y seguramente conciben a la salud de una manera totalmente distinta a lo que nosotros la pensamos, no se puede creer que todas las culturas son occidentalocentradas”, cuestionó la profesional especializada en vejez.
“Existe en el imaginario social la idea de que si una persona es vieja es enferma, creen que llegar a viejo es tener problemas de demencia, cosa que no es así porque solo el 1% de las personas mayores tiene estas características. Hay personas que llegan a los 90 años con una vitalidad enrome”, enfatizó.
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La vejez es más un destino social que biológico. Los prejuicios sociales hacen a nuestra forma de estar y de pensar. Si la OMS dice que a partir de los 60 años una persona será considerada enferma, ¿qué va a pasar en esas cabezas?, ¿qué puede suceder con lo que hagan en la realidad con los otros?
“No es una cuestión menor, es algo ante lo que tenemos que estar muy atentos, fundamentalmente los profesionales que usamos estos manuales; sabiendo que no tenemos la obligación de etiquetar o catalogar a las personas debajo de un rótulo que es estadístico para determinados fines”, advirtió la impulsora de la comunidad antiviejista.
Asimismo, recordó que la OMS impulsa la campaña contra el edadismo, lo que supone establecer políticas contra los prejuicios que se involucran cuando se discrimina por tener determinada edad. “No es lo mismo tener muchos años, ser viejo o ser joven; nos pueden discriminar por edad al momento de votar, que no es lo mismo que nos discrimen por ser viejos y tener arrugas. Es importante hablar de los viejismos, que es otro tipo de discriminación, tan cruenta y cruel como el racismo y el sexismo”.
Que la vejez sea considerada una causa de muerte habilita un paralelismo con lo que provocó la OMS catalogando, durante 42 años, a la homosexualidad como una enfermedad. Esto implicó que, durante todo ese tiempo, hubiera personas profesionales que tenían que curar a quienes no se consideraban heterosexuales.
“Creo que una locura similar puede suceder si consideramos a la vejez como una enfermedad”, aventuró Carolina Iglesias.
La pandemia visibilizó de una manera tremenda la discriminación de prejuicios y estereotipos que hay hacia las personas mayores, infantilizándolas, estableciendo políticas que, por ejemplo, indicaban que las personas mayores tenían que pedir permiso para salir de su casa.
“Hay que dejar de comparar a la vejez con cualquier otra categoría o aspecto de la vida. En la vejez pueden pasar muchas cosas. Hay que huir de los polos, es una etapa demasiado heterogénea, no sólo las más larga. Lo mejor que nos puede pasar para estar vivos es llegar a viejos”, consideró.
“Si la vejez puede llegar a ser una etapa de la vida de 20 o 30 años será también la más heterogénea, porque tenemos un montón de tiempo en este mundo con muchas experiencias, y muchas personas tienen la posibilidad y voluntad de cambiar. Meter a todos en la misma bolsa es un problema”, concluyó Carolina Iglesias.