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Una persona aprende durante toda su vida. Desde que nace hasta que muere vive un proceso de aprendizaje y reaprendizaje de habilidades que tienen que ver con nuestra cultura, con conocimientos que necesitamos para desenvolvernos en el mundo y así poder resolver los problemas que se nos plantean.

En todas estas etapas de la vida, la psicopedagogía tiene una fuerte injerencia.

“Erróneamente hay quienes creen que la psicopedagogía está abocada únicamente a la atención de niños y adolescentes en etapa escolar, pero esta disciplina ofrece un amplio abanico de posibilidades en variados ámbitos laborales”, destacó a pypnews la psicopedagoga María Verónica Portillo (@psicopedagodaportilloveronica)

Así, los ámbitos laborales de la psicopedagogía se desarrollan con niños en etapa escolar, con adolescentes, con recién nacidos que necesiten atención en neonatología, también se puede trabajar con bebés y niños de edades tempranas que necesitan estimulación, pero además se aplica en empresas para la selección de personal, o en la fase de orientación o reorientación vocacional para adolescentes y jóvenes y con adultos y adultos mayores.

Sobre esta última incumbencia profundizó la entrevistada, quien considera que “el trabajo con adultos es muy beneficioso en diferentes etapas de su vida, ya sea porque el adulto necesita, por ejemplo, incorporarse a un espacio de trabajo y requiere orientación, o en el caso de adultos que tienen alguna discapacidad y necesitan de apoyo, compañía y ciertas adaptaciones como flexibilizar el lugar de trabajo para poder desempeñarse”, detalló.

En el caso de adultos mayores que presentan ciertas patologías, la labor de la psicopedagogía está abocado, muchas veces, a la rehabilitación o estimulación cognitiva.

Se le llama áreas cognitivas a todas las funciones que tiene nuestro cerebro para poder desempeñarnos; atención, memoria, lenguaje, percepción son funciones que están ubicadas dentro de los lóbulos cerebrales y que nos permiten procesar información, captar estímulos del exterior, procesar esa información creando circuitos cerebrales y así poder emitir una respuesta acorde a esos estímulos recibidos.

“Hay adultos que sufren accidentes cerebrovasculares, que tienen una afectación por un accidente de tránsito, por el consumo excesivo de alcohol o drogas, o bien ya es un adulto mayor que ingresa a una fase de demencia y padece la dolencia de ciertas áreas cognitivas del cerebro. Nuestro trabajo se aboca a la rehabilitación o estimulación cognitiva de las funciones que se vean afectadas y puedan recuperarse o bien estimularse para brindarle una mejor calidad de vida al paciente”, precisó María Verónica Portillo.

 

Rehabilitar y estimular

La rehabilitación cognitiva implica la recuperación de una función que se ha visto dañada por algún suceso externo y generalmente patológico. “Esto es una recuperación al ciento por ciento de esa función cognitiva y es fantástico porque el cerebro cuenta con una característica muy particular y es la plasticidad cognitiva, que es la capacidad que tiene el cerebro de sobreponerse a situaciones patológicas o problemáticas donde se vean afectados ciertos circuitos neuronales y poder crear nuevos circuitos, compensando, ayudando a que dichas funciones se vean preservadas, creando nuevos circuitos neuronales que permitan a la persona poder responder de manera adecuada ante las diferentes situaciones de la vida cotidiana o también ante cuestiones específicas que requiera su trabajo y que implican conocimientos nuevos de acuerdo al estilo de vida que lleve la persona”, detalló la profesional acerca de la labor que se puede realizar desde esta disciplina.

En cambio, la estimulación cognitiva se da en aquellos casos en los que las funciones cognitivas están afectadas y no pueden ser recuperadas, pero sí estimuladas.

“Esto supone la aplicación de un conjunto de actividades de forma continua y rutinaria para que esa función cognitiva comience a ser retrabajada, puesta en marcha nuevamente de manera tal que la persona pueda lograr una compensación con las funciones que no presentan daño o no están tan afectadas y generar así que la persona pueda responder a los estímulos de la vida diaria de manera apropiada”, amplió Portillo.

La diferencia entre una instancia y la otra es que una se recupera al ciento por ciento y la otra no.

“En la estimulación lo que hacemos es brindar una mejor calidad de vida al paciente. La estimulación cognitiva generalmente se da en aquellos casos de adultos mayores que presentan demencia; puede ser un paciente con Alzheimer, con Parkinson, pacientes con demencia vascular, con deterioro frontotemporal, personas que presentan enfermedad de pick, que son diferentes tipos de demencia que afectan distintas zonas de nuestro cerebro y por lo tanto la estimulación cognitiva que vamos a realizar va a tener diferentes objetivos”.

En el caso de Alzheimer, por ejemplo, la psicopedagogía se aboca la estimulación cognitiva manteniendo la memoria a corto plazo, lo más estimulada posible, retrasando la pérdida de esta función.

Esta estimulación también puede darse en adultos mayores que no presenten deterioro cognitivo.

Inteligencia cristalizada y la fluida, son los tipos de inteligencia que tenemos los seres humanos. La fluida es aquella que nos da la capacidad de poder incorporar y almacenar información nueva, es la inteligencia que tenemos cuando somos más jóvenes y absorbemos información y la almacenamos en el cerebro para después utilizarla en nuestra memoria a largo plazo. Cuando nos vamos poniendo más grandes, la memoria que se destaca es la cristalizada, que es aquella en la que están almacenados todos los conceptos, hábitos, habilidades, facultades que nos permiten desarrollarnos en la vida diaria, por ejemplo, conceptos, definiciones, cuestiones teóricas que ponemos en juego en el trabajo y están almacenadas y las utilizamos continuamente. Esta es la información que se destaca en los adultos y adultos mayores, porque la capacidad para aprender información se encuentra más reducida en que etapas anteriores de la vida, como proceso natural en el ciclo vital de una persona.

“A partir de los 50 años se empieza a mostrar una curva de decrecimiento de nuestras funciones cognitivas que comienzan a verse más lentificadas en la velocidad de procesamiento de la información, ya que nuestra atención también disminuye y muchas veces perdemos la capacidad de contar algo con dificultades para incorporar palabras nuevas, debido a un cierto tipo de deterioro cognitivo que es normal en la curva del desarrollo humano”, explicó la psicopedagoga.

Esta edad coincide con la etapa de la jubilación laboral, con cambios en la vida activa social y económica y muchas veces trae aparejados síntomas de depresión, soledad, tristeza o aislamiento. Es una etapa de la vida donde los hijos se van de casa y estos adultos comienzan a sentirte más solitarios, hay quienes tienen la capacidad de regenerarse con actividades alternativas y hacen lo que no pudieron mientras trabajaban, pero hay otros que se retrotraen y no buscan otras posibilidades. Entonces la estimulación cognitiva viene a funcionar de manera importante porque en la medida en que dejamos u olvidamos ciertas funciones y respuestas que dábamos de manera rápida y eficiente durante nuestra vida activa, nuestro cerebro cierra o deja de utilizar el circuito neuronal que permitía estar atento, con velocidad y exactitud.

“Empiezan a olvidarse facultades que tenían adquiridas, es importante la estimulación para mantener las funciones cognitivas y los circuitos neuronales para no perderlos, y en aquellas personas que quizás tengan predisposición genética a presentar procesos demenciales, evitarlos lo más posible”.

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