La extensa cuarentena y el aislamiento social obligatorio impuesto a causa del COVID-19 cambió radicalmente la vida de todas las personas, incluida la de los niños y adolescentes quienes, por ejemplo, asisten a clases en forma virtual y han cambiado las actividades recreativas, como las deportivas, por una mayor exposición a las pantallas.
De este modo, en la actualidad, otros de los riesgos para los adolescentes pueden ser el grooming online y el sexting.
El grooming online se define como un proceso a través del cual un adulto – mediante las nuevas tecnologías de la información – trata de ganar la confianza de un menor para crear o mantener un contacto sexual online o, en ocasiones, cara a cara.
El grooming se compone de dos aspectos: la solicitación y la interacción sexual online a menores por parte de los adultos. El primero cosiste en pedidos de un adulto hacia un menor para que se involucre en actividades, conversaciones sexuales o para el intercambio de información sexual personal -la cual puede ser voluntaria o involuntaria por parte del menor-; mientras que el segundo implica interacciones de un adulto para abusar del menor.
Aunque los niños pueden verse expuestos a este comportamiento, los adolescentes son un blanco más frecuente del grooming debido a que usan en mayor medida las nuevas tecnologías de la información para comunicarse con otras personas y desconocidos, a diferencia de los niños. Asimismo, los padres y madres supervisan menos las conductas de este grupo.
Otro de los riesgos del uso de las nuevas tecnologías en niños y adolescentes, es el sexting. Este comportamiento se refiere a la creación e intercambio de mensajes de texto, videos, imágenes o fotos con contenido sexual personal mediante la Internet, las redes sociales o el celular.
Dicho fenómeno se denomina sexteo en idioma español. Ambas conductas se asocian con una peor salud mental, como conductas sexuales riesgosas –sexo sin protección-, una mayor probabilidad de sufrir de cyberbullying, mayor consumo de sustancias tóxicas, sintomatología depresiva o sufrir de abuso sexual, entre otras.
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Por otra parte, el grooming –a diferencia del cyberbullying- es un delito penal.
La Universidad Argentina de la Empresa/Conicet llevó a cabo una investigación a fines del año pasado y a principios de este año dirigida por el doctor Santiago Resett a partir de una muestra intencional de 478 adolescentes de tres escuelas secundarias de Paraná, Entre Ríos.
Las edades iban de 11 años a 15 años, con una media de edad de 14.6.
Un 45% eran varones; 54%, mujeres y 1% se percibían de género no binario. Los adolescentes cursaban estudios secundarios de primer año a tercer año en escuelas públicas (58%) y privadas (42%) de Paraná. Un 36% cursaba primer año, un 33%, segundo y el porcentaje restante asistía a tercer año. Los participantes contestaron preguntas demográficas y el de Cuestionario de Solicitud e Interacción Sexual a menores online por parte de adultos, el cual es uno de los cuestionarios más usados en el mundo a este respecto y se compone de 10 preguntas sobre sufrir distintas formas de grooming. También respondieron un conocido Cuestionario de Sexting de tres preguntas que se ha aplicado en otros países.
Con respecto a los porcentajes de grooming online, un 30% de los adolescentes se vio involucrado en alguna situación de grooming al menos en una o dos ocasiones en el último año.
La forma más frecuente de sufrirlo era “un adulto me envió fotos o videos de él/ella de tipo sexual”, con un 21% diciendo haberlo sufrido al menos en una ocasión.
Un 18% señalaba que “un adulto me hizo preguntas explícitas de contenido sexual desde Internet o el celular”.
Más mujeres que varones declaraban sufrir de estas solicitudes.
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Los comportamientos más graves a este respecto, como “yo me encontré en persona con un adulto que conocí online” o “yo me encontré con un adulto en persona para tener contacto sexual”, tenían alarmantes niveles de haberlo hecho -al menos- una vez o dos en el último año con 7% y 6%, respectivamente.
Un 3,5% y un 3% lo habían hecho en -al menos- tres o cinco ocasiones o más durante el último año. En estas dos preguntas no emergían diferencias de género. Los porcentajes eran muchos más graves que los hallados en adolescentes de España con el mismo cuestionario, los cuales indicaban un grooming de alrededor de 15% de alguna de esta conducta, mientras aquí era el doble.
Con respecto al sexting, un 18% señalaba “enviar información escrita o mensajes de texto con contenido sexual propio”, 15% “enviar fotos con contenido sexual (por ejemplo, desnudo/a) propio” y 8% “enviar imágenes (por ejemplo, a través de webcam) o vídeos con contenido sexual propio” al menos una o dos veces durante el último año. Varones y mujeres realizaban similares niveles de dichas conductas. También dichos porcentajes eran más elevados a los detectados en España.
A mayores conductas de sexting, mayores niveles de grooming padecido.
“Como puso de manifiesto el presente estudio, los niveles de grooming y sexting son notablemente elevados en comparación con los de otros países de cultura latina. Por otra parte, este estudio fue llevado a cabo a finales del año pasado y principios de 2020 cuando la cuarentena no era obligatoria. Por lo cual, hoy en día los niveles pueden ser todavía más elevados”, advierte el informe de la investigación de la Universidad Argentina de la Empresa.
“Además, muchos adolescentes pueden haber ocultado información, por ende, los niveles pueden ser todavía más elevados. Las tecnologías de la información son una valiosa herramienta de comunicación; sin embargo, los adultos deben enseñar un uso responsable de las mismas e indicar los posibles riesgos en su uso desde edades tempranas. Muchos adolescentes pueden desconocer que el grooming es un delito o, incluso, culpabilizarse por el mismo. En este sentido, la educación por parte de los padres y docentes es fundamental”, considera el doctor Santiago Resett, director de la investigación.
