Cuidar nuestra postura implica proteger nuestros discos intervertebrales, que son los amortiguadores naturales con los que cuenta el cuerpo para moverse.
Pero cuando los sobrecargamos por una mala postura o por un mal posicionamiento, ya sea de la cabeza, de la pelvis, o de la columna se produce una compresión en los discos y aparecen las protrusiones o hernias, con distintos grados de ruptura discal.
“A los malos hábitos que decantan en posturas erradas hay que sumarle que pasamos un año con mucho más tiempo sentados, que es la peor postura para el disco porque agudiza los problemas”, advirtió a pypnews Felisa Quijano, doctora en Kinesiología y Fisiatría (MP 148), especializada en el Sistema Estomatognático (@felisa_quijano_).
Las malas posturas pueden causar lesiones discales, como discopatías o protusiones que, afortunadamente, hoy se abordan con distintas técnicas kinésicas, evitando en muchos casos alterar la biomecánica de la columna y, por ende, una cirugía.
“Es imprescindible cuidar la postura y pasamos un 2020 donde muchas personas empezaron a trabajar desde su casa, y los niños y los adolescentes debieron estudiar mediante computadoras, aumentando el tiempo en que estuvieron sentados y para eso hay que saber cómo posicionarse para no dañarnos”, alertó Quijano.
Sucede que la mayoría de las personas adoptan una posición encorvada, mirando el celular y a la larga eso va dañando la columna.
“Cuanto más temprano tengamos los conceptos biomecánicos de la columna en claro vamos a saber cómo cuidar y evitar futuras patologías en la columna, ya sea pinzamientos, hernias, discopatías, o neuropatías; donde la mayoría comienzan, a no ser por un traumatismo, por una mala postura que se prolonga en el tiempo y pasa de ser posicional a estructural y eso va dañando nuestros amortiguadores naturales que son los discos intervertebrales”, detalló Felisa Quijano.
En la columna tenemos 33 vértebras y a partir de la cervical tres hay un disco intervertebral en cada espacio. El disco está formado por miles de anillos fito cartilaginoso y un disco pulso de una consistencia gelatinosa (distinta del anillo) que le da el movimiento.
El núcleo pulposo es lo que está adentro del anillo y tiene movimiento: cada vez que el cuerpo se va hacia adelante, el núcleo se mueve hacia atrás; y si la columna se va hacia atrás el núcleo se mueve hacia adelante.
Para que esta unidad (núcleo – disco) esté sana (si repartimos este anillo en tres partes) el anillo siempre debería estar en el tercio anterior, pero por tener los ojos, las manos y los pies hacia adelante vivimos haciendo flexiones o nos movemos en un plano anterior y el núcleo del disco pasa el mayor tiempo hacia atrás.
Si a eso le sumamos que estamos sentados y no respetamos la curva y encorvamos la parte que debiera ser convexa, el núcleo se va hacia atrás y puede tocar algunos de los nervios: si es en la parte lumbar estos nervios afectan la cadera, la rodilla, el pie provocando dolor, hormigueos o pinchazos en la zona de los glúteos; y si es en la zona cervical, los núcleos tocan los nervios que van hacia el hombro, el codo, la mano y a veces se manifiesta con hormigueos o pérdida de sensibilidad en la mano, dolor en el codo y todo surge como consecuencia de mantener durante mucho tiempo malas posturas en la zona cervical.
Las curvas de la columna y el desarrollo muscular
¿Cómo logramos que el núcleo del disco siempre se mantenga hacia adelante?
El movimiento pasa por las lordosis lumbar y cervical generando una curva con concavidad (para que el núcleo discal se ubique siempre adelante) y convexidad posterior.
Cuando se rectifica esta curva eso se invierte (en lugar de ser cóncava se hace convexa) y el núcleo se va hacia atrás y se empiezan a comprimir los nervios y se forma una protrusión discal (hernia) y el paciente siente, de acuerdo al nervio que se toque, dolor en el pubis, en la cadera, en el glúteo, detrás de la pierna y a veces el dolor puede llegar hasta el pie.
“Antes esto era quirúrgico, hoy en día tenemos muchas técnicas con las cuales esos cuadros se pueden revertir, porque hay diferentes niveles de hernias, desde el grado uno al cinco”, subrayó la doctora en Kinesiología y Fisiatría.
La manera de evitar llegar a un quirófano es cambiando la biomecánica natural de la columna, con técnicas que permiten trabajar el disco y con las cuales el paciente va a perder el miedo.
“Si se lo educa y se le explica cómo moverse cuidando la postura y reeducando los patrones de movimientos enviciados puede cambiar un cuadro de hernia discal y esto lo veo a diario en el consultorio. El paciente una vez que entra y entiende la biomecánica y cómo trabaja la columna toma consciencia y comienza a cuidar más las posturas y empieza a fortalecer la musculatura para que lo ayude a mantener lo más natural posible el disco, la vértebra y los músculos”, alentó Quijano.
Todo lo que pasa en la boca repercute en la postura